Personaje de la
mitología griega. Se discute si
Bato eran dos o uno: sincretismos aparte, parece que ambos tenían problemas con las palabras. El radical griego hace referencia a la tartamudez, aunque
Herodoto (IV, 145 et passim) nos sugiere que en libio, valdría por "Rey". Lo que sabemos de
Bato es lo siguiente: parece que su tartamudez viene de haber asistido en secreto a los ritos de las Tesmosforias, a los que no tenía acceso; tras ésto, marcha a fundar Cirene, en el golfo de Sirte, en el
África. Su voz tenía -se dice- doble efecto: espantaba a los leones, y estos le devuelven, a cambio, o como tributo, el comercio de la palabra. Dejando de lado interpretaciones a lo Brelich, que relacionaba sus dificultades con el habla con la castración o la disminución sexual, o la relación entre la deformidad y el héroe que estudia Giangiulio, tenemos una doble vertiente del
Bato fundador: por un lado, asume el papel clásico de los héroes civilizadores como
oikistés; por el otro, el del portador del miasma sin purificar, que es sonreído por los dioses. La segunda aparición de
Bato, o la nueva con el mismo nombre, nos la refiere por extenso
Ovidio (
Metamorfosis, II 679-701).
Bato era un anciano pastor que se apercibe del robo del joven
Hermes de los bueyes de
Apolo, que para los ladrones antiguos debió de ser tan codiciada como para los contemporáneos Fort Knox. Sobornado con uno de los bueyes, promete a Hermes su silencio; pero el joven dios no debía de confiar mucho, porque adoptando otra imagen, intentó comprar el silencio prometido. Al acceder
Bato a revelar cuanto sabía, queda convertido en una piedra para señalar el camino, que es una excelente manera de silenciar al que sabe.
Catulo lo conoce, y nos lo nombra en su libro de cármenes; hasta el siglo XX viaja, para aparecer en el Alfanhuí de Ferlosio: uno de los ladrones ocultos en el pajar se llama el "
Bato"; su compañero Paulo, es, sorprendentemente, mudo.